viernes, 12 de octubre de 2012

Serenos y fruteros



Después de un emocionante viaje por la selva central de Perú, concretamente por la región de Junín, nos encontramos de nuevo en la fría y plomiza capital donde retomamos nuestros quehaceres. Evidentemente narraría gustoso las aventuras que hemos seguido, trepando cataratas con la ayuda de sogas, caminando entre exuberante vegetación, andando y surcando ríos, conociendo nativos y contemplando los magníficos valles de la selva alta, todo ello con una banda sonora indescriptible que es el rezumar selvático, una suerte de orquesta que se compone por millones de insectos del tamaño de un puño, algunos feos como ellos solos, otros maravillosos y coloridos. Es, por establecer un símil, como si se conectasen todas las alarmas y se encendiesen todos los televisores sin ningún canal sintonizado. Un ruido apabullante. Pero como digo, me gustaría. Sin embargo no lo haré porque difícilmente se puede plasmar algo subjetivo, algo que entra por todos los sentidos y que es difícil plasmar en un escrito. Solo puedo dar pinceladas, expresar notas de aquello que queda ya atrás y que difícilmente olvidaremos.
Sin embargo entre viaje y viaje en aquella furgoneta china en la que sonaba la lambada cuando el chófer metía la marcha atrás, pude reflexionar sobre algunos aspectos de este país en el que nos encontramos, y en el que por un tiempo estamos viviendo. Son impresiones, quizá basadas en la observación si, pero respaldadas por datos ciertamente objetivos. Me explico, es más fácil hablar sobre la economía del Perú que sobre aquello que hemos vivido en nuestro viaje a la selva, lleno de sensaciones y emociones que son propias de aquel que las vive. Y de esto trata este tercer post, de la economía de Perú, de mis impresiones sobre ella. Con éste además conmemoramos un mes completo de estancia en el país de los Incas.
Actualmente Perú tiene una economía boyante, y no es de extrañar ya que es un país grande y rico. Alentado por Cortés, Pizarro se aventuró hacia el Sur desde zonas dominadas para buscar ese país donde los indios decían podían encontrar  mucho oro, más del que Cortés acaudaló en México. Pero no sólo oro, mucho más. Cobre, plata, zinc, plomo, estaño y mineral de hierro. Supongo que tener una cordillera descomunal como Los Andes ayuda.
Pero es que además tienen unos caladeros magníficos que en gran parte se deben a las aguas ricas en nutrientes que suben con la corriente fría del Perú, también llamada de Humboldt. Por si fuera poco tienen industria extractora de petróleo, gas natural y refinerías. También una importante industria textil gracias a las alpacas y las llamas. Otra importante industria, la agrícola, teniendo en cuenta los cinco mil tipos de patata diferente que crecen por estas tierras, y que muchos pimientos y espárragos -entre otros- que nos comemos en España proceden del Perú. A todo esto añadámosle que casi el 70% del país es extensión selvática, donde no hay que olvidar que nace el río Amazonas, por lo que además el potencial turístico es tremendo, la fauna y la flora ilimitada, la madera, el agua… En fin, que si me pongo no termino. Perú es un país tremendamente rico, y aunque hace relativamente poco era un país empobrecido y azotado por el terrorismo todo esto ha cambiado.
En 2010 Perú estaba creciendo casi al 10%, y según el informe de perspectiva económica del Fondo Monetario Internacional de Octubre de 2012 Perú creció un 6,9% en 2011, algo impensable en Europa. Solo Ecuador y Argentina superan este dato pero ni siquiera de lejos mantienen una perspectiva tan buena para 2012 y 2013 como tiene Perú. Por tanto tenemos en la coctelera los ingredientes de un país con riquezas, de tamaño medio grande, con una población de tamaño medio, y con una serie de políticas que para el vecindario en que se toman no se pueden considerar malas. De hecho es que hasta en Perú es más fácil abrir un negocio que en España. Según el informe de competitividad mundial del World Economic Forum en nuestro país abrir un negocio supone una odisea tal que ocupamos el puesto 110 contra el 29 de Perú, lo que se traduce en que también el tiempo del mismo es menor en Perú. Resultado: un Pisco Sour que promete. Ahora bien, tras todos estos datos se esconden o se apoyan mis reflexiones.
Cómo es que he llegado a ponerme tan académico, por qué aburro con tantos datos. Pues bien, todo esto viene de la observación. Cuando paseo por Lima siempre observo, y cuando lo hago veo cosas que se me antojan curiosas y a veces raras. Además, todo el mundo me pregunta sobre la facilidad de encontrar trabajo o hacer negocios. Vaya, yo he encontrado trabajo, o más bien el a mí pero ese es otro tema. Lógicamente la observación y lo demás me llevan a pensar, y esto trae conclusiones. Mi conclusión es que sí, que aquí es fácil encontrar trabajo y que además aquí hay muy poco desempleo (7,7% contra un 25% de España, qué os parece, pero claro es comparar un burro con un cohete)La clave nos llegó un día en la selva compartiendo mesa con un grupo de ocho peruanos recién licenciados en económicas. Surgió la conversación por la que acabamos sabiendo que todos ellos habían encontrado trabajo nada más terminar la carrera. En España habría sido todo lo contrario, los ocho licenciados estarían reunidos hablando sobre sus problemas para encontrar empleo, igualito.
En ese espacio caben diez más
¿Pero por qué saqué, primero que todo, la conclusión de que aquí había poco desempleo? Uno de los primeros sitios donde disfrutamos la buena gastronomía peruana fue un sitio llamado “La lucha”, una cadena donde preparan unos sándwiches criollos sin parangón. Lo que me llamó la atención fue que detrás de la barra donde se hacen los pedidos había ni más ni menos que dieciséis personas contadas, en un espacio quizá de unos 25 metros cuadrados. Luego conté nueve camareros sirviendo los pedidos a las mesas. El total hace veinticinco personas, más los que estarían fuera del alcance de la vista. Por momentos, hay más empleados que clientes. Hasta ahí bien.
Días después paseando por la plaza de Armas de Lima, lugar donde se encuentran la catedral y el palacio presidencial, presencié una curiosa escena. Un monumento en medio de la plaza como en cualquier plaza del mundo, la diferencia era que detrás de las cadenas de protección había una mujer policía, dentro del propio monumento, girando alrededor del mismo para comprobar que nadie pisaba ni medio milímetro. Tal es así que pudimos ver como reprendía con tono muy serio a un niño de dos años que se había metido medio metro tras el cordón. Los padres del niño no sabían qué pasaba, pero yo confirmé lo que me temía. Más adelante vi de nuevo la misma escena, un policía (deberíamos llamarlos quizá policías monumentales) dentro de otra fuente asegurándose que nadie corrompiera el monumento ¿Qué país se puede permitir tener un agente en cada monumento? (China o Corea del Norte supongo)
típicos serenos de Miraflores, también van a pie, moto, coche y Segway
Con el tiempo, haciendo vida limeña empecé a ver más escenas de la vida cotidiana. Un día en un centro comercial observé como nueve empleados se reunían detrás de un mostrador de atención al cliente, siendo ellos mismos a los únicos que atendían. En la caja del supermercado he llegado a contar tres empleados, una que cobra, otra que mira al infinito y otra que mete la compra en la bolsa. En Miraflores hay un puesto de fruta -homologada por la municipalidad y portando el uniforme correspondiente- prácticamente en cada esquina ¿Tanta fruta comen? Hasta la fecha he podido contar seis tipos de policía diferente: Policía nacional, policía de fiscalidad, policía de municipalidad, policía de turismo, policía de tránsito y policía de serenazgo. Éstos últimos son los mejores. No pasan dos minutos andando sin que veas alguno, y si desembocas en un parque o en una plaza entonces sucede como con las palomas, que se amontonan ¿Y que hacen? Pues nada, dar vueltas, aparentar por si viene un caco. No llevan ni porra ni esposas. Es más, he llegado a ver alguno en silla de ruedas, no se si es la profesión más adecuada para un minusválido desde luego. Pero es que los serenos no solo van a pie, muchos llevan coches grandes, todo-terrenos y motos de trial con las luces azules todo el día encendidas, es una verdadera plaga de serenos. Si tiras una lata de coca-cola antes de que llegue al suelo ya ha aparecido uno. También hay un verdadero ejército de jardineros, porteros de finca y otro de cambiadores de divisa. Sin ir más lejos en nuestro edificio hay tres turnos de ocho horas que son cubiertos por tres personas diferentes, con sus sueldos y todo imagino porque no creo que sean esclavos.
Hay cientos de puestos de comida y de frutos secos. Y así sucede con todo, pero no se reduce a la cantidad de personal también afecta a la disponibilidad horaria. Aquí los bancos abren por la tarde, los supermercados abren todo el día domingos incluidos, un sábado o un domingo aquí es lo mismo que un lunes.
La verdad, no me extraña encontrarme gente dormida por todas partes. Los de los puestitos de fruta están la mitad del tiempo con el cuello tronchado roncando sobre su propia papada, los taxistas están con el coche parado durmiendo con el periódico en las manos. En Lima no se puede ir por la calle hablando solo porque cada tres coches hay alguien descansando o pasando el rato. Los encargados de las tiendas de barrio así como los dueños de los puestos también están la mitad del tiempo dormidos. Y no les culpo, es que se pasan el día entero trabajando, todos los días de la semana. Quizá por esto los limeños tienen este semblante tan serio, son tan poco habladores y muchas veces te atienden como autómatas, porque están muy cansados. Recuerdo hace un par de semanas en un mercado de los de toda la vida, fui a preguntar a una señora con un puesto de fruta, la señora estaba sentada y dormida como si fuera del museo de cera. Cuando me quise dar cuenta vino su hija y me atendió, después la mujer me dio las vueltas y a los tres segundos estaba dormida otra vez. ¿Quizá sea esta filosofía confuciana del trabajo la que necesitemos en España? Espero no estar allí entonces.
Salvando las distancias Perú está hoy como lo estaba España hace años, de vacas gordas. Por eso quizá se pueden permitir tener puestos redundantes, personas que hacen la misma tarea, empleados públicos cuya función es de dudosa utilidad, empleos sufragados o negocios con más personal que clientes, por eso quizá en Perú haya trabajo, pero esto es insostenible. Para que no suceda como en nuestro país con el tiempo tendrán que diversificar la economía y alcanzar una alta cuota en la capacitación y educación de la población.
Hasta entonces serenos y fruteros.



1 comentario:

  1. Alvaro, tienes que escribir sobre las escuelas de cocina en Peru. Sobre las frutas tan increibes y los niños prefieren ser cocineros a futbolistas, como dicen. Y por supuesto hacerte con recetas.


    Tu tia Mar

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