jueves, 27 de septiembre de 2012

15 días en Lima

Han pasado ya quince días desde que llegamos a Perú. En un principio no tenía mucho afán por sentarme a escribir ya que no había mucho que contar. Todavía me siento como un mero turista y no como limeño más. No obstante, los días acumulan ya muchas observaciones, comentarios y curiosidades que comienzan a amontonar en mi quijotera algunas frases hilarantes. Esto, sumado al interés de algunos y a la necesidad de desperezarme intelectualmente me ha llevado a decidir por fin a escribir el blog.

   Como esto da para mucho he decidido actualizar el blog mínimo una vez a la semana, creando un post según la temática elegida.

  Hoy hablaré un poco sobre Lima, y en especial de su particular clima.

  Tal y como nos advirtió Jorge, ex compañero peruano de Marina: Lima es un caos. Si, es un caos pero nosotros vivimos en un oasis llamado Miraflores y dentro de este barrio hay otro oasis que es nuestra casa. En Lima se concentran algo más de 7,600.000 habitantes. Y sin metro, como apuntó Marina. Aquí hay más coches que seres humanos, pero ese es otro tema del que me ocuparé más adelante. Como decía, es una ciudad hiperpoblada y enorme. Sin embargo y a pesar de su caos, es una ciudad ordenada urbanísticamente hablando. Amplias avenidas, calles infinitas, anchos bulevares y aceras comodas. Aquí no hay problemas para aparcar como en Madrid. Todo está limpio y generalmente bastante cuidado en Miraflores. Es en definitiva como una ciudad más excepto por algunas salvedades.

           Una de ellas es la que ocupará este primer post. En la mayoría de ciudades del mundo tarde o temprano sale el Sol. En algunas mucho y en otras poco. En Lima nunca. Si, así es. Lima es gris como el cielo de Matrix. En esta ciudad sus habitantes no saben lo que es disfrutar de un día soleado, tienen el oceano a los pies y desconocen lo que significa calentarse los huesos bajo los rayos del sol al lado de las olas. Tampoco conocen la sensación de sentarse en un parque o en una terraza con amigos para disfrutar del buen tiempo. Y no me refiero a que haya nubecitas, me refiero a un manto grueso y grisaceo, lo que en Canarias llaman panza de burro. Según los datos durante el mes de Enero es cuando se disfrutan más horas de sol (Verano): 179 horas, que suponen unos siete días. Es decir, solo un 24% del mes. Por tanto desde que llegamos aquí no hemos visto al astro rey. No sabemos por donde sale, donde se encuentra ni por donde se acuesta. Ni el más mínimo atisbo, en serio. El único día que vimos un color diferente al gris fue el domingo pasado, justo al atardecer momento que aproveché para tomar la foto que decora el fondo del blog. Pero tras una foto rápida el sol desapareció en el horizonte oceánico, ya que como sabeis la Tierra gira mucho más rápido cuanto más cerca del ecuador. Fue un deleite fugaz. Y no es que eche de menos el Sol porque en Madrid sale cada día, me ciega y me abrasa la sesera con su calor. Llevo toda mi vida sufriéndolo y gozándolo a ratos iguales. Simplemente echo en falta algo de luz, hay poca, grisácea y encima desaparece sistemáticamente a las 18:30. Con todo esto pensaréis que al estar siempre nublado llueve muy a menudo y en cantidades, que sería lo suyo como hace estos días por Madrid. Falso, en Lima no llueve nunca. Se trata de un clima desértico, tropical, muy húmedo y sin precipitaciones. La humedad es diariamente del 100%, y la temperatura es fresca. Solo cuando se produce el fenómeno de El Niño las temperaturas llagan a 30ºC. Dicen que la ultima vez que llovió significativamente fue en el año 2001. No obstante hay que apuntar que a pesar de que no hay precipitaciones si existe un fenómeno parecido y localmente conocido como garúa. Se trata de gotas diminutas que apenas caen y parecen flotar, no calan pero al cabo de un tiempo si que mojan. Es por esto que siempre parece que ha llovido y todo está humedo. La sal de cocina está empapada, el azucar parece arena de playa y la ropa cuando te la vas a poner de nuevo parece que la hayas sudado y la echas a lavar cuando en realidad está limpia. Las toallas no secan nunca, y al pelo de Marina le cuesta media hora de secador.

    Y bien, os preguntareis por qué sucede esto. La respuesta está en la corriente de Humboldt que fluye desde la costa central de Chile hacia el Norte, principalmente por el litoral Peruano provocando una anomalía térmica que consiste en una temperatura media de las aguas demasiado baja para regiones de latitudes intertropicales y subtropicales. Esta inversión térmica tiene efectos que caracterizan el clima con una alteración drástica del régimen de lluvias creando una franja de arenales y desiertos costeros fríos como por ejemplo el desierto de Atacama.

    A pesar de esto no pierdo la esperanza de ver la luz del Sol ya que en Perú hay montañas de más de cinco kilometros de altura donde seguro que podremos bañar nuestros pálidos rostros. Además no todo Perú sufre este microclioma, se da sobre todo en la zona costera y nosotros tenemos mucho que viajar...
Continuará